PARASITOS IV
PARASITOS Y PROPOLEO
La propiedad antiparasitaria es uno de los efectos más notables
del propóleos; ya que éste llega a todo el organismo, a diferencia de los
antiparasitarios de línea, que sólo transitan por el tubo digestivo.
Estos efectos estarían mediados por los flavonoles, en
especial el acetoxibetunol, y los ácidos fenolcarbónicos. También por la
formación de compuestos de radicales bencílicos que surgen a partir de la
presencia de los ácidos oxi y metoxibenzoicos. Influye mucho el propóleos en el
metabolismo de muchas formas de parásitos por inducir la fosforilación de
oxidación.
En las experiencias realizadas se ha mostrado igual o más
efectivo que los antiparasitarios de línea; potenciándose ambos cuando se los
usa juntos. El hecho de tener la presencia del antiparasitario en todo el
organismo, lo hace imprescindible en aquellas parasitosis que no se limitan al
tubo digestivo, como pueden ser las amebiasis, hidatidosis y giardiasis, por
ejemplo. En el caso de amebas, con ubicación preferencial en el hígado, o la
hidatidosis en pulmones, es una excelente alternativa (cuando no, la única), ya
que, reitero, los antiparasitarios de línea no se difunden a estos órganos.
Especial interés merece la giardiasis, tan frecuente y tan
pocas veces diagnosticada. Ya sea por su localización alta, lo que hace que no
se manifieste en los análisis; o por no estar presente en la memoria del médico
al realizar los exámenes y la anamnesis. Muchísimas veces, pacientes portadores
de esta parasitosis reciben tratamientos sintomáticos por otras patologías sin
llegar al fondo de la cuestión ni hallar una solución para un crónico mal estado
de salud.
Los cuadros más frecuentes provocados por giardias son las
dermatitis, síndromes asmáticos, infecciones urinarias y cuadros respiratorios.
Todos ellos en forma frecuente, con recaídas y resistentes a los tratamientos
convencionales. También, por su localización en vesícula, las giardias suelen
provocar manifestaciones de hipofunción hepática, con dolores en la zona
derecha, inflamación del hígado y sobre todo, mala digestión.
Si las giardias son identificadas, se procede a realizar un
tratamiento con antiparasitarios de línea. Al estar éstas acantonadas en
vesícula, es lógico pensar que el antiparasitario matará las que estén en el
tubo digestivo y ninguna fuera de él. Las giardias sobrevivientes en vesícula,
en poco tiempo harán una reinfección, volviendo los síntomas anteriores. En el
caso del tratamiento con propóleos, al eliminar éste todas las giardias del
organismo, se obtiene una curación total; quedando como posibilidad de
reinfección solamente el ingreso de huevos de giardias desde el exterior. Uno de
los inconvenientes para el diagnóstico de certeza de las giardias, es que
solamente se puede hacer (si no aparecen en materia fecal) por sondeo y
aspiración duodenal; procedimiento por demás engorroso y traumático, sobre todo
en niños.
El propóleos, con su casi ausencia de contraindicaciones y la
total ausencia de efectos colaterales, se impone como un aliado ante los
síntomas mencionados precedentemente (sobre todo si son refractarios a
tratamientos convencionales), permitiendo realizar a posteriori un diagnóstico
por eliminación. Las dosis para el tratamiento de giardiasis deberán ser
ajustadas por el médico, de acuerdo al peso del paciente. Las mismas se darán en
series de siete días, con intermedios de descanso, que permiten la eclosión de
los huevos (que non afectados por el propóleos) para que la siguiente serie
encuentre a los últimos adultos.
AMPLIO ESPECTRO
Si bien ya se vio gran parte del uso del propóleos en el
ámbito de la giardiasis, es necesario aclarar que la experiencia hasta el
presente lo indica como altamente efectivo en todo tipo de parasitosis. En
nuestro país, las más comunes son oxiuros (el pequeño gusanito blanco), áscaris
lumbricoides (gusano más grande, frecuentemente chato, al hallarlo, con una
línea media) y giardias. Esto cubre el espectro “conocido”, ya que hay extensas
zonas marginales con población que vive en precarias condiciones, en donde es
frecuente que se conviva con otras parasitosis, por ejemplo amebas (que no
siempre dan sintomatología precoz), hidatidosis (la temible tenia del perro que
se la encuentra de casualidad, por algún otro estudio, en el ser humano, con
pronóstico sombrío o al menos invalidante para el portador) y el sinnúmero de
parasitosis tropicales del norte.
Es cierto que el parásito no ocupa cualquier huésped, tanto
los internos como los externos; pero cuando las condiciones de vida son muy
precarias y se convive con los parásitos, todo ser vivo es huésped obligado. En
estos casos el propóleos llevará un gran alivio antes de la próxima reinfección.
De no mediar un cambio en las condiciones ambientales, nada se cambiará a largo
plazo. Como no se puede desde aquí cambiar políticas ni sensibilidades, se
indicará el uso del propóleos como en cualquier otra patología, a partir del
diagnóstico de certeza del laboratorio o de la sospecha de la parasitosis.
Normalmente las parasitosis tienen una altísima frecuencia en
zonas rurales o poco pobladas. Ello hace que el médico de las ciudades no lo
tenga en mente como práctica diaria; como no tiene presente una mordedura de
víbora. Generalmente, es la madre del niño afectado la que diagnostica y sugiere
el tratamiento al médico; y esta opinión debe ser tenida en cuenta.
La mayoría de las parasitosis cursan con síntomas indirectos y
difusos. Se vio en giardias que podía haber dermatitis, síndromes alérgicos,
náuseas, mala digestión, afectación de la función hepática. A ello se debe
agregar la inquietud, mal dormir, rechinar de dientes (cosa que lleva a
desgastarlos en forma irregular), picazón de nariz y ano, etc. En la práctica
diaria, se observa que muchas personas que comienzan a consumir propóleos,
manifiestan picazón en el ano los primeros días, para luego desaparecer. Es
obvio que había parásitos que no estaban reconocidos y el propóleos los llevó
más lejos hasta eliminarlos.
La mayoría de los parásitos se asientan en el tubo digestivo y
ello facilita el tratamiento. Otros suelen ubicarse en vesícula, hígado u otros
órganos donde no llegan los antiparasitarios de línea. Lo común con los
parásitos intestinales es realizar dos series de tratamiento con propóleos, de
siete días cada una, con un intermedio de cinco días. Ante la sospecha de
parasitosis no intestinales, se deberá ampliar a una serie más, o todas las que
sean necesarias, incluso aumentando las dosis.
La dosis, hablando de solución hidroalcohólica de
propóleo al 10%, es de una gota diaria por kilo de peso, repartida en
tres tomas diarias, lejos de las comidas (ejemplo: una hora antes de
desayuno, almuerzo y cena). Siempre realizar series de siete días, con
descanso de cinco días.
En todas las parasitosis, tanto internas como externas, se
indican las series con los descansos intermedios por la razón de que ningún
antiparasitario elimina los huevos de los parásitos. Todos eliminan las formas
adultas, quedando los huevos, que eclosionan a los 8 días y allí los encuentra
la nueva serie, eliminándolos antes de una nueva postura. Por ello es que se
debe respetar la segunda (o tercera) serie. También se puede hacer el
tratamiento sin el descanso de los cinco días, ya que el mantenerlo
permanentemente puede obedecer a otros fines como levantar las defensas,
combatir un resfriado, etc.
Dr. Julio César Díaz, presidente de la Asociación Argentina de
Apiterapia
www.aadapiterapia.org.ar y autor del libro “Apiterapia hoy”.
Extraído del libro "Cuerpo Saludable"
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