PARASITOS III
LA "NUEVA " EPIDEMIA OLVIDADA.
Si tenemos una mascota, la llevaremos al veterinario y seguro nos
aconsejará desparasitarlo cada tres, cuatro o seis meses, dependiendo el
hábitat. En las sierras de Córdoba, y otras partes del mundo, dos veces en el
año las liebres y otros mamíferos comen hierbas amargas, como el ajenjo, la
altamisa u otras, para desparasitarse. Un perro, en el pueblo o el campo, come
pastos amargos para purgarse y desparasitarse al mismo tiempo.
Cuarenta años atrás si usted iba al médico le aconsejaba
desparasitarse en cualquier visita anual. ¿Qué pasó en los últimos tiempos?
¿Desaparecieron los parásitos y sólo existen virus y bacterias? ¿O será que las
infecciones parasitarias no convienen de tratar? ¿O que simplemente se pasan por
alto por falta de diagnóstico?
También hay que aclarar que en Argentina existen pocos
especialistas en parásitos y en otros países están en extinción (no los
parásitos sino los especialistas en esta pandemia, que cada año limita la vida
de millones de personas y aún mata a millones más). Intereses creados y mucho
dinero de por medio serán los que expliquen semejante dejadez por parte de las
autoridades competentes…
Mientras tanto se sabe que una persona desparasitada es menos
propensa a todo tipo de enfermedades, que en los lugares donde se han realizado
desparasitaciones planificadas, se obtuvieron mejorías enormes en rendimiento
laboral e intelectual, menor índice de trastornos nerviosos y emocionales, etc.
Pareciera que desparasitarse lo hace sentir mejor a cualquiera
y se enferma menos la población (¿explicará esto la tendencia mundial en el
ámbito de la salud pública y privada a desatender las parasitosis?). O tal vez
ese horrendo mito de que sólo los pobres y los países del tercer mundo tienen
parásitos. Horrendo y desacertado: todos estamos expuestos a nuestros
depredadores, los parásitos.
Sin pretender extendernos demasiado, aclararemos algunos
conceptos básicos referidos al tema en cuestión. Los parásitos son los
organismos vivos más antiguos del planeta, viven de otros organismos
(hospedador) del cual obtienen todos sus nutrientes, sin aportarle beneficio
alguno. Este último intentará destruirlo a través de su sistema
inmunológico, dando como resultado una verdadera batalla entre antígenos y
anticuerpos que se puede extender desde pocos días hasta toda una vida. El
parásito no mata al huésped, pues él también moriría, pero lo enferma
quitándole el suministro energético (glucosa) y otros nutrientes importantes
como aminoácidos, minerales, vitaminas, hormonas, etc.
Pero el sistema inmunológico del ser humano no siempre
triunfa en esta batalla, ya que los parásitos lo pueden confundir cambiando
la producción de antígenos permanentemente o mimetizándose con células del
hospedador. O pegando las células defensivas de éste a la capa externa del
cuerpo del parasito, mientras “cambia” su piel y aprovecha para seguir su camino
rumbo a estratos más profundos del hospedero, allí donde pueda sobrevivir y
reproducirse con más tranquilidad. Todo esto dependerá si se trata de protozoos
(parásitos unicelulares, como las amebas) o metazoos (helmintos o gusanos, como
oxiuros o áscaris). Tanto tiempo llevamos en esta lucha que ya tenemos genes
enfermos por parásitos, los cuales se trasmiten de generación en generación, por
ejemplo el gen de la anemia falciforme en zonas de malaria.
Y si ya todo esto le parece serio y se pregunta porque no
existen planes de prevención y tratamiento de las parasitosis, agreguemos que la
mayor parte de los parásitos se transmiten en el útero materno (y no
solamente la toxoplasmosis o el chagas). Por eso es menester que la mujer y el
hombre se desparasiten antes de la concepción. Veamos entonces cómo podemos
prevenir y curar esta infección crónica desatendida por legos y profanos en
materia de salud.
Antes de pasar a los tratamientos, analizaremos algunos mitos
y conceptos acerca de los parásitos:
Las parasitosis no son una enfermedad de la pobreza. El
hacinamiento en las grandes ciudades es hoy, junto al calentamiento global, al
abuso de medicación química, al consumo de alimentos industrializados, etc, los
factores que incrementan día a día las infecciones por parásitos en los países
desarrollados. Obviamente también los países pobres sufren la situación,
potenciada por malos hábitos higiénicos.
El análisis de materia fecal no siempre da positivo. El
coproparasitológico puede dar negativo y sin embargo podemos estar parasitados.
Los parásitos no son sólo esos gusanitos que viven
únicamente en el intestino
y se curan de palabra o tomando dosis únicas de ajo o pastillas. Son los
seres vivos más antiguos e inteligentes del planeta. Los parásitos buscan ir
a lugares donde nuestro sistema inmunológico no los ataque; intentan alejarse
del intestino y lo logran, pasando al hígado, y por circulación sanguínea
alcanzan el pulmón, el corazón, los ojos, el cerebro, el sistema nervioso y las
glándulas (páncreas, próstata, ovarios, etc), donde tienen asegurado el
alimento.
Desparasitarse aisladamente no sirve. Se debe seguir un
programa regular y familiar, dos o tres veces al año.
Los parásitos unicelulares se dividen cada seis horas.
Imagínese la proliferación que podemos tener tras años de no desparasitarnos. Un
dato: los helmintos (gusanos) ponen entre 180 y 250.000 huevos por día!!!
Sí, leyó bien, no es un error de impresión.
CÓMO SABER SI ESTOY PARASITADO
Como dijimos, si no nos desparasitamos regularmente, todos
sufrimos esta lucha inmune, y la perdemos muchas veces. Si vivimos en contacto
con los factores de riesgo antes mencionados, desparasitarnos será
imprescindible. Si ha tenido diagnóstico de estrés, síndrome de fatiga crónica,
fibromialgia, candidiasis, colon irritable, crisis de pánico, alergias y tantos
otros, pruebe a desparasitarse y seguro encontrará alivio a estas
manifestaciones. Si tenemos algunos de los siguientes síntomas, es seguro que
tenemos que desparasitarnos:
• Fiebres periódicas a repetición, generalmente bajas (entre 37,2º y 39º)
• Alteraciones del apetito, como bulimia y anorexia
• Geofagia (tendencia a comer tierra en los niños)
• Astenia, cansancio y agotamiento súbito (más común antes del almuerzo y por la tarde)
• Necesidad imperiosa de dulces
• Digestión lenta
• Dolores tipo cólico (intestinal, hepático, menstrual, estomacal)
• Diarreas y estreñimientos alternados (irritabilidad del colon)
• Meteorismo (gases)
• Distensión abdominal
• Halitosis (mal aliento)
• Cefaleas
• Insomnio, sueño entrecortado, mal descanso, rechinar los dientes y bruxismo.
• Fobias sociales
• Tics nerviosos
• Convulsiones
• Pérdidas abruptas de la visión y la memoria
• Prurito anal, nasal, vulvar y ocular
• Urticarias
• Bronquitis y bronquiolitis (tos seca)
• Fiebres periódicas a repetición, generalmente bajas (entre 37,2º y 39º)
• Alteraciones del apetito, como bulimia y anorexia
• Geofagia (tendencia a comer tierra en los niños)
• Astenia, cansancio y agotamiento súbito (más común antes del almuerzo y por la tarde)
• Necesidad imperiosa de dulces
• Digestión lenta
• Dolores tipo cólico (intestinal, hepático, menstrual, estomacal)
• Diarreas y estreñimientos alternados (irritabilidad del colon)
• Meteorismo (gases)
• Distensión abdominal
• Halitosis (mal aliento)
• Cefaleas
• Insomnio, sueño entrecortado, mal descanso, rechinar los dientes y bruxismo.
• Fobias sociales
• Tics nerviosos
• Convulsiones
• Pérdidas abruptas de la visión y la memoria
• Prurito anal, nasal, vulvar y ocular
• Urticarias
• Bronquitis y bronquiolitis (tos seca)
DESPARASITADO GENÉRICO
Desde el punto de vista de muchas culturas antiguas y por
experiencia personal, más que una desparasitación aislada, es necesario seguir
un plan anual y familiar para lograr óptimos resultados.
Antes de iniciar una desparasitación, es necesario que la
persona sepa acerca de reacciones que son normales, leves y transitorias, al
iniciar la toma de hierbas. Puede haber febrícula (desaparece en doce horas),
mucosidad en nariz, garganta, oídos, bronquios (se debe a la muerte de parásitos
en las vías respiratorias), eccemas en la piel, urticarias pasajeras, diarreas o
flujos vaginales. Todo se debe al genuino proceso de curación interna. Nunca
hay que reprimir el síntoma. En cambio se pueden reemplazar las hierbas
antiparasitarias durante siete días, tomando en su lugar barba de piedra
o eucaliptus. Cuando pasen totalmente los síntomas, se retoman las
hierbas antiparasitarias.
La mejor recomendación de las hierbas, será siempre la que
brinde un profesional en la materia, para su caso en particular. Sin embargo
sabemos que es poca la formación e información en parasitología, por lo cual
recomendaremos algunas hierbas que no poseen efectos colaterales, son inocuas y
están avaladas por la legislación vigente.
Sugerimos el uso de extractos hidroalcohólicos, ya que las
hierbas para infusión requieren dosis precisas. Estos extractos deberán ser de
buena calidad, hechos a partir de plantas recolectadas en su justo momento y
forma; de lo contrario estaremos perdiendo el tiempo.
Para mayor efecto desparasitante, se aconseja combinar una
hierba de sabor amargo con otra picante. El amargo limpia al
organismo a través de intestinos y vías urinarias, equilibra el pH y destruye
algunos tipos de parásitos; en tanto el sabor picante mata otros tipos de
parásitos y depura a través de la piel, acelerando el proceso. Existen hierbas
amargas y picantes, frías y calientes, que elegiremos en función de nuestros
síntomas.
Si usted sufre el calor, tiene acidez estomacal, llagas en la
boca, necesidad de bebidas frías, cara roja, irritabilidad, ojos rojos,
hipertensión… entonces necesitará tomar hierbas frías, por ejemplo
altamisa (Altamisa tenuifolia) o nencia (Gentianella achalensis) que
son amargas, junto con eucaliptus (Eucaliptus globulus) o suico
(Tagetes minuta) que son picantes. Como dijimos se combina una amarga y una
picante.
Por el contrario, si sufre más el frío, tiene cara y labios
pálidos, necesidad de alimentos y bebidas calientes, contracturas que se alivian
con el calor… entonces necesitará tomar hierbas calientes, por ejemplo
artemisa (Artemisia vulgaris u otras especies, ya que todas las artemisas
son amargas y calientes), junto con eucaliptus (es fría y caliente al
mismo tiempo) o clavo de olor (Eugenya caryophylus) que son picantes.
Si siente síntomas confusos, fríos y calientes al mismo
tiempo, puede usar una amarga caliente, junto a una picante fría. Por ejemplo,
artemisa (Artemisia vulgaris) que es amarga caliente y suico
(Tagetes minuta) que es picante fría.
La forma de tomarlas es tantas gotas diarias como kilogramos
de peso tiene la persona, dividido en dos ingestas. Es decir, si alguien pesa
sesenta kilos (60kg) deberá tomar en total sesenta (60) gotas al día. Al
combinar dos extractos, tomaría quince (15) gotas de cada uno, dos veces por
día. Es conveniente hacer las tomas por la mañana en ayunas y por la tarde o
antes de cenar, diluidas en medio vaso de agua.
Estas hierbas se tomarán todos los días durante dos meses.
Lo más recomendable es hacer el proceso en primavera, verano y otoño, o sea
tres veces por año, sobre todo para quien tenga mucha sintomatología,
factores de riesgo, previo a un embarazo, consumo de aguas parasitadas,
convivencia con mascotas, etc. En casos más leves, basta con hacer el proceso
dos veces por año, en primavera y otoño, pero siempre durante dos meses.
Una vez por año, por ejemplo en primavera, al terminar la
desparasitación, es conveniente realizar una purga, excepto niños, que
puede ser con aloe vera o cualquier especie de aloes. Se corta una hoja
fresca y se licua con cáscara y espinas, luego se cuela y se toma una taza de
ese jugo, sin endulzar, en ayunas por la mañana. Si no da resultado (si no
produce una diarrea), repetir la toma a la mañana siguiente. Allí verá salir
restos de parásitos muertos y huevos. Otra hierba que se puede usar es el
ruibarbo (Rheum palmatum); 10 gramos de raíces en decocción de 4 minutos en
medio litro de agua (hervir 10 gramos en medio litro de agua durante 4 minutos),
dejar en reposo 15 minutos, colar y tomar por la noche antes de acostarse, no
debiendo repetirse la toma.
Las embarazadas no deben desparasitarse y
tampoco los niños menores de dos años, salvo expresa indicación de un
especialista. Como dijimos antes, si comienzan los síntomas curativos antes
nombrados, se suspenden los extractos iniciales y se pasa a barba de piedra
o eucaliptus (uno de los dos), siempre en dosis diarias de una gota
por kilo de peso, durante siete días. Luego se retorna a los extractos que se
venían tomando antes.
Este simple plan lo mantendrá desparasitado y seguramente
muchos síntomas “raros”, preocupantes para usted pero desatendidos muchas veces
por la ortodoxia médica, se aliviarán o desaparecerán. De todos modos, en esta
era de información es importante leer más al respecto o consultar dudas con
algún profesional en la materia.
Las hierbas antes recomendadas no son las únicas
antiparasitarias, existen muchas más, simplemente se nombran estas por ser
aceptadas por las normas vigentes y fáciles de encontrar; además por ser muy
efectivas y desprovistas de riesgos. Aunque no está demás reiterar que las
hierbas son seres vivos; si están en mal estado o mal preparadas, no lograremos
el efecto esperado.
Para quienes deseen hacer un tratamiento más completo e
integrado, se sugiere combinar las plantas medicinales con alimentos cotidianos
como el ajo, la cebolla o las semillas de zapallo (ver apartado Arsenal
Antiparasitario, más adelante).
También existen aparatos eléctricos que emiten una onda
cuadrada (zapper), que usados todos los días ayudan a las hierbas en su función
antiparasitaria. Estos aparatos funcionan básicamente con frecuencias bajas de
onda cuadrada, que alteran el sistema nervioso del parásito, sin ningún riesgo
para el ser humano. Existe suficiente información al respecto, así que invitamos
a los interesados a
profundizar el tema. Igualmente, el aparato por sí sólo no funciona; son las
hierbas quienes además de matar parásitos, nos brindarán un incremento de
inmunidad para luchar cada vez con más efectividad contra los mismos.
Para finalizar, diremos que es recomendable en invierno,
período en que los parásitos están en letargo en el medio ambiente y por tanto
es más difícil parasitarnos, fortalecer y limpiar nuestro hígado y riñón. Es
decir, limpiar los filtros, como hacemos con cualquier máquina. Esto hará
que los órganos vitales encargados de la limpieza, filtren restos de parásitos
muertos y demás tóxicos. Algunas buenas hierbas para esto son: ortiga
(Urtica dioica), zarzaparrilla (Smilax campestris) y cola de caballo
(Equisetum giganteum). Usar una o dos de estas hierbas y tomarlas en extractos,
como se indicó anteriormente (en total una gota diaria por kilo de peso,
repartidas en dos tomas), durante dos meses.
Por cierto, muchos temas importantes quedan por tratar
respecto de los parásitos; este texto sólo pretende resumir lo básico y
sensibilizar al lector sobre un tema poco claro y del que no abundan
comentarios. Para quienes deseen realizar un tratamiento personalizado, se
sugiere buscar ayuda profesional competente. Para quienes deseen profundizar,
existe bibliografía especializada para médicos, información (buena y mala) en
internet y cursos que se dictan a través de nuestra escuela Kallawaya.
Omar Riachi, conocedor de la medicina herbal aborigen de los
comechingones y de los kallawayas, especialista en Medicina Tradicional China
por la Asociación de Acupuntura China en Argentina y posgraduado en Holguín
(Cuba), docente de la Escuela Argentina de Medicina Tradicional China, ex
docente del curso de Medicina Tradicional y Fitoterapia de la Universidad
Nacional del Comahue (Neuquén, Argentina) y director de la escuela de
Fitoterapia y Medicina Tradicional Aborigen Kallawaya
www.kallawaya.com.ar.
Extraído del libro "Cuerpo Saludable"
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