EL ROL DEL OXIGENO
Resulta tan evidente la carencia de oxígeno en los organismos
crónicamente ensuciados, que hemos incluido este sexto andarivel del Proceso
Depurativo, a fin que las personas prioricen la reversión del habitual y
peligroso cuadro de anaerobia interna. Este factor causal de la mayoría de los
problemas de salud, pasa generalmente inadvertido por la ortodoxia médica. De
allí la importancia de comprender la función del oxígeno, los inconvenientes que
genera su carencia y las herramientas disponibles para revertir el problema.
Con justa razón se le atribuye tanta importancia al agua y a
la hidratación, dado su rol clave en la constitución y en el funcionamiento
orgánico. Pero mientras se toma consciencia que dos terceras partes de nuestro
organismo están constituidas por agua, no parece otorgársele la misma
trascendencia al hecho que el oxígeno es el elemento que compone el 65% de
nuestra estructura física. Por el contrario, tanto se habla y se manipula
acerca de la necesidad de calcio, cuando este mineral forma apenas el 1,38% del
organismo.
Quién se adentra un poco en la función orgánica y celular,
comprende que todo gira en torno al oxígeno, el elemento más abundante en
la corteza terrestre: un 20,9% del aire (en volumen) es oxígeno. Es el elemento
esencial en los procesos de respiración de la mayor parte de las células vivas y
en los procesos de combustión. Es uno de los elementos más importantes de la
química orgánica, indispensable en el ciclo energético de los seres vivos, y
esencial en la respiración celular de los organismos aeróbicos, como los seres
humanos.
El oxígeno respirado por los organismos aerobios (liberado por
las plantas mediante la fotosíntesis), participa en la conversión de nutrientes
en energía (el oxígeno es usado durante la oxidación de la glucosa) y es
imprescindible para la vida. Todas las células del cuerpo humano precisan del
oxígeno para poder vivir, pues interactúa con elementos químicos, nutrientes,
vitaminas y minerales para que el organismo obtenga adecuados niveles de
energía. Pero el cuerpo no puede almacenar oxígeno, por lo tanto, es
necesario abastecer las células con un suministro regular de oxígeno.
De allí la importancia de una adecuada respiración, aunque
veremos luego que esto no es todo. Cada inhalación contiene normalmente 21% de
oxígeno; de esta cantidad el organismo utiliza una cuarta parte para generar
energía y el sobrante (16%) es expulsado en cada exhalación. El oxígeno que es
inhalado hacia los alvéolos, es recogido por la sangre alrededor de estos sacos
de aire, transportándolo de regreso al corazón y a todo el cuerpo. A medida que
el oxígeno es absorbido por la sangre, el dióxido de carbono es eliminado como
producto de desecho, regresando a los pulmones y siendo exhalado fuera del
cuerpo.
Una buena oxigenación no solamente permite mantenernos vivos,
sino que, promueve la salud en general. Es sabido que el organismo puede
trabajar con algunas carencias; el ser humano puede resistir sin alimento varias
semanas, sin agua, varios días, pero solamente puede sobrevivir unos minutos
sin oxígeno. Al no recibir la cantidad adecuada de oxígeno, las células
comienzan un deterioro importante, y de no recibir oxígeno mueren
definitivamente, sin la posibilidad de regeneración.
Uno de los síntomas más comunes de falta de oxigenación, es
sentirse desganado, mareado o con la necesidad de bostezar constantemente. Esta
simple falta de oxígeno en el organismo, provoca pérdida de concentración,
problemas de aprendizaje y malestar en general. Es sencillo comprobar cómo esos
síntomas remiten tras una caminata en un entorno arbolado. Normalmente el
corazón humano bombea un promedio de 70 veces por minuto. Los pulmones respiran
aproximadamente 14 veces por minuto.
El sistema respiratorio es también sensible a los niveles de
acidez corporal, influyendo sobre las funciones cerebrales, que a su vez
controlan la respiración. La falta de oxígeno puede resultar en muerte clínica y
eventualmente en muerte biológica. También existe una relación entre la cantidad
de oxígeno que maneja el organismo y el metabolismo del sistema digestivo. Más
oxígeno tenga disponible el organismo, mejor funcionará el proceso digestivo.
Además del aire, también recibimos oxígeno en nuestra cadena alimentaria a
través de los vegetales frescos y crudos.
RESPIRACION Y OXIDACION
Todos los procesos de la vida están relacionados a procesos de
oxidación y reducción. Cada célula de nuestro cuerpo depende de la sangre para
su provisión de oxígeno. La cantidad de oxígeno en la sangre que circula por las
arterias, determina la vitalidad y la salud celular, condiciones que dependen
del aporte de oxígeno a través del fluido sanguíneo. Si la respiración es
defectuosa, no se oxigena bien la sangre. Por otra parte, el proceso
respiratorio también estimula los procesos eléctricos de cada una de las
células. En ese sentido, puede decirse que el verdadero órgano de la respiración
no es otro que... ¡la sangre! Y los pulmones no pasan de ser el lugar
donde ésta se lleva a cabo.
El aporte de oxígeno es sólo un aspecto de la función
respiratoria, que comprende también la expulsión del anhídrido carbónico. Las
células no disponen de ningún otro medio para desembarazarse de los restos que
producen, fuera de arrojarlos a la sangre; dicha purificación tiene lugar
especialmente en los pulmones. Además, en pulmones mal ventilados,
innumerables gérmenes (anaeróbicos) pueden desarrollarse en la oscuridad tibia y
húmeda que les resulta favorable. El bacilo de Koch, por ejemplo, no resiste la
presencia del oxígeno. La respiración correcta, al asegurar la ventilación
completa de los pulmones, inmuniza contra la tuberculosis. Ya en 1783 el Dr.
Caillens descubrió el usó de oxígeno para contrarrestar los efectos de la
entonces llamada tisis pulmonar.
La buena respiración también activa el sistema linfático,
componente clave de nuestro organismo por ser vía de eliminación de las toxinas
y parte esencial de nuestro sistema inmunológico. Todas las células están
rodeadas de líquido extracelular y linfa. Pero mientras la sangre es bombeada
por el corazón, la linfa (también llamada “sangre blanca”) sólo es impulsada por
la actividad muscular y por la respiración. O sea que aquí también dependemos
del movimiento y la actividad física.
El doctor Otto Warburg, premio Nobel en 1931 y director del
Instituto Max Planck de Fisiología Celular, investigó los efectos del oxígeno
sobre las células. Y logró transformar células sanas en cancerosas con
solo reducir la cantidad de oxígeno que recibían las mismas. Esto explica
en cierto modo, el hecho que uno de cada tres norteamericanos contraiga cáncer,
mientras que entre los deportistas estadounidenses, esa proporción es de uno
cada siete.
Otro aspecto importante al analizar la cuestión de la
oxigenación orgánica, tiene que ver con las numerosas y omnipresentes
parasitosis internas. Si bien la cuestión es abordada aparte, es clave
comprender que la mayoría de nuestros “huéspedes animados” son seres
anaeróbicos, o sea que en su metabolismo no utilizan oxígeno, elemento que
les resulta tóxico. En este sentido, es claro que tanta parasitosis
interna es fisiológicamente desarrollada por ambientes carentes de
oxígeno.
El ambiente contaminado de las grandes ciudades
conspira contra el adecuado nivel de oxígeno orgánico proveniente de la
respiración. Frente al natural 20% de oxígeno atmosférico, en aéreas
polucionadas se llega a la mitad de dicha concentración. A esto se suma la
presencia de tóxicos ambientales, el malsano hábito del cigarrillo
y la obligada aspiración pasiva del humo de los fumadores. Entonces, por
una cuestión de preservación instintiva (absorber menos contaminantes), la
respiración se nos hace más lenta y superficial. Y ni hablar de la contribución
negativa que en materia de baja oxigenación, nos aporta el moderno estilo de
vida sedentario.
A todo ello se suma la reducción de oxígeno en las aguas
potabilizadas (el cloro elimina oxígeno) y entubadas (no tienen
contacto con el aire). Pero lo más importante es la dramática disminución del
oxígeno alimentario, a causa del moderno consumo masificado de alimentos
cocinados y procesados. La cocción reduce el natural contenido de oxígeno de
los alimentos crudos. Por su parte, la necesidad de conservación en la
industria, estimula el uso de procesamientos que incrementan la deficiencia de
oxígeno en los alimentos. Otro detalle no menor es el moderno consumo
cotidiano de antibióticos (fármacos, alimentos, aguas de consumo) que hace
estragos en las bacterias aeróbicas (productoras de oxígeno) de la flora
intestinal.
En general, el moderno estilo de vida tóxico
(alimentación basura, contaminación ambiental) conspira también contra el
adecuado nivel de oxígeno plasmático. Las células sanguíneas, cuya función
principal es el transporte de oxígeno en el cuerpo, se convierten obligadamente
en un sistema de eliminación de residuos tóxicos, ineficiente por cierto.
Esto termina configurando el ya denunciado cuadro de ensuciamiento corporal
crónico, donde es fácil advertir que conviven la anaerobia, la acidosis y el
bajo nivel vibracional. De allí la necesidad de abordar el Proceso Depurativo,
perfectamente complementado con prácticas y recursos oxigenantes.
Extraído del libro "El Proceso Depurativo".
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