PARASITOS II
INEVITABLES COMPAÑEROS DE RUTA
Si bien los mayores estudios se centran en los parásitos
intestinales, se sabe que los parásitos invaden todo el cuerpo, incluso zonas
consideradas “seguras” como el cerebro. Precisamente los parásitos allí se
encuentran “seguros” por ser ámbitos donde no puede actuar la inmunología.
Tampoco los parásitos discriminan edades o clases sociales; muchos siguen
suponiendo erróneamente que los parásitos son cosas de chicos y que luego
desaparecen solos, o que se los “pesca” la gente de bajos recursos o de zonas
marginales. Todos los tenemos y los tendremos; la diferencia está dada por
cantidades, especies y antigüedad de infestación.
MANIFESTACIONES DEL DAÑO
Las manifestaciones locales son aquellas que generan
los parásitos en su lugar de permanencia. En este sentido podemos citar los
problemas digestivos, tales como: mal aliento, apetito inestable, constipación,
diarreas, gases, eructos, acidez, cólicos, distención o flatulencia,
hemorroides, vómitos, cuadros apendiculares, vesiculares, diverticulares o
litiásicos, sintomatologías ulcerosas, pancreatitis, gastroenteritis, náuseas,
somnolencia, pesadez, reflujos, etc.
Es preciso comentar que las toxinas parasitarias provocan un
bloqueo de la absorción de los alimentos a nivel de la mucosa intestinal. Esto
provoca en muchos casos la delgadez de los parasitados y no porque el alimento
sea ingerido por los bichos, como reza el mito popular. Esto explica también lo
innecesario e ilógico de suplementarles vitaminas, minerales y estimulantes del
apetito; de poco servirán si persiste el origen del problema. Para que una
persona recupere peso, son necesarias dos cosas: que ingiera alimentos y que los
absorba.
Las sintomatologías alternas y las reacciones digestivas
cambiantes, responden siempre al estado de los parásitos. Tratando eficazmente
la parasitosis, la persona vuelve a tolerar perfectamente todo tipo de alimento.
Otro error es etiquetar al parasitado como una persona delgada; el flaco
parasitado es el flaco "descompensado", pero si no lo está, puede tener
cualquier peso e incluso ser un obeso.
Las manifestaciones a distancia son aquellas que se
desarrollan lejos del lugar donde están alojados los parásitos y ocurren por
acción de sus toxinas; es decir que no es necesaria la presencia del parásito,
para que se desencadene la sintomatología. Con respecto a su magnitud, es fácil
imaginar que dependerá del grado de parasitado y su antigüedad. Más añeja la
parasitosis, más significativos serán los síntomas y más tiempo llevará su
resolución.
A nivel diagnóstico, generalmente los análisis
convencionales se centran en detectar parasitosis intestinal; pero muchas
veces un resultado negativo (escobillado anal, materia fecal) genera una
peligrosa tranquilidad en médico y paciente. Sucede que el contenido de la luz
intestinal es muy cambiante, hecho que perjudica a ciertas parasitosis para
realizar debidamente su ciclo biológico. Entonces perforan la mucosa intestinal
por medio de enzimas y se colocan en la pared del intestino. Por tanto lo que se
recoge en los análisis es lo que se halla en la luz intestinal; y ellos ya no se
encuentran allí. Las parasitosis antiguas (8 a 10 años de instalación) son las
que generan estas acciones atípicas y no aparecen en los análisis por hallarse
enquistadas en la pared de la mucosa intestinal.
SIGNOS Y SÍNTOMAS DE PARASITOSIS
En general, una persona con parasitosis intestinal de antigua
data, es una persona tensa, temperamental, con altibajos emotivos (a veces
triste y otras, explosivo), que no se relaja (está siempre "enchufado") y es
desmemoriado. Tiene el tubo digestivo inflamado, desde la boca hasta el ano.
Después de comer se siente hinchado, distendido, con somnolencia, pesadez,
modorra, gases, eructos, acidez, dolores de cabeza, etc. Suele tener los
miembros inferiores cansados, hormigueos, adormecimientos, pies y manos frías,
calambres (sobre todo nocturnos) y problemas de piel. En general es constipado o
alterna con alguna diarrea explosiva. Exhibe intolerancias "discontinuas" a
algunos alimentos, que lo desconciertan. Evidencia problemas de cuero cabelludo
y uñas, vista irritada y en algunos casos problemas de agudeza visual,
irritación de nariz, crisis de estornudos matinales, resfríos periódicos y
alergias variadas. A veces presenta manifestaciones respiratorias y
neurológicas. En general se despierta cansado, porque no tienen un reposo
reparador: sufre pesadillas, da vueltas en la cama, patalea, grita, castañea los
dientes, se orina en la cama, etc. Veamos estos aspectos en detalle, teniendo en
cuenta que las personas en general presentan varios síntomas pero no
necesariamente la totalidad.
Piel y cabello
El rostro es "desprolijo", con manchas, granos, acné,
irritaciones oculares y otras lesiones. El color y el olor de la piel es
característico, pues por allí se eliminan la mayor parte de las toxinas
parasitarias. Podemos hallar asperezas, erupciones, máculas, pápulas, pústulas,
manifestaciones psoriásicas, eccemas, acné, irritaciones, úlceras, uñas
quebradizas, panadizos, dishidrosis (enquistamiento del sudor), caída del
cabello, seborrea, caspa, cabellos con falta de vitalidad, cortajeados,
quebradizos y desprolijos, irritaciones en torno a los orificios corporales.
Aparato respiratorio
Gran cantidad de pacientes con problemas de vías
respiratorias, deambulan durante años por distintos consultorios, probando
infinidad de tratamientos y técnicas sin ningún resultado. El caso de niños y
adolescentes con anginas a repetición, sin tener una mejoría duradera pese a los
tratamientos. La parasitosis intestinal desarrolla un cuadro de tipo alérgico
que puede provocar la inflamación e infección posterior de las amígdalas. Es el
mismo caso de las sinusitis crónicas que son tratadas específicamente y no
evolucionan favorablemente; en muchos casos desparasitando al paciente, toda la
sintomatología se revierte.
Cuando una parasitosis intestinal tiene una gran antigüedad y
magnitud (dos hechos de relevancia) pueden dar sintomatología "de tipo
asmático". En general estos casos son tratados durante años con todo el arsenal
terapéutico (corticoides, vacunas, nebulizaciones, jarabes, etc) sin mejorar; y
esto no sucede porque no son "asmáticos". El origen del problema está dado por
su parasitosis intestinal; esto se confirma desparasitando, tras lo cual
sobreviene la curación. Las bronquitis alérgicas suelen tener el mismo origen y
tratamiento. La crisis de estornudos es otro síntoma por demás frecuente en el
parasitado y en general no se le da importancia; es muy molesta y en muchos
casos va asociada a picazón, secreción nasal y ocular.
Aparato circulatorio
En el sistema circulatorio central se manifiestan
precordialgias (dolores delante del corazón), taquicardias, sensación de falta
de aire, anginas, disneas cardiacas, etc. Estas manifestaciones pueden
presentarse a causa de una elevación diafragmática, consecuencia de una
parasitosis intestinal importante. En estos casos, los procesos de putrefacción
y fermentación están muy incrementados, el volumen de los intestinos aumenta y
esto genera presión hacia arriba, elevando el diafragma. Esto implica una
reducción del área pulmonar; esto trae aparejado una disminución de la
oxigenación de todo el organismo y sobre todo del sistema nervioso central,
provocando somnolencia, fatiga, etc. También se genera un desplazamiento del
corazón hacia adelante, acarreando una sintomatología que rememora una patología
cardíaca. En estos casos, la desparasitación permite que el diafragma vuelva a
su lugar, disolviendo este cuadro engañoso.
A nivel del sistema circulatorio periférico se pueden
detectar calambres y caídas de presión, rebeldes a los tratamientos clásicos.
Esto se debe a la histamina, sustancia secretada por los parásitos intestinales.
La histamina es vasodilatadora, mecanismo que genera la caída de la tensión
arterial. Esta baja de presión hace que los pacientes se sientan cansados,
decaídos, con mareos y cefaleas. Los dolores de cabeza del parasitado se deben
también a la acción histamínica. Cuando se dilatan los vasos craneanos, se
comprimen estructuras vecinas y es entonces cuando aparecen las cefaleas y
jaquecas. En general los pacientes toman fármacos vasoconstrictores, lo cual
alivia inicialmente el dolor, pero el problema persiste y solo remite tras el
desparasitado.
También pueden hallarse úlceras varicosas de antigua data,
rebeldes a los tratamientos clásicos. Esto se debe a las toxinas parasitarias,
que provocan esclerosis del "vaso nervorum", irrigación deficiente y por tanto
carencias que impiden regenerar la zona ulcerada; tratada la parasitosis, la
situación se revierte y cicatriza rápidamente. Las várices se hacen más
notables; se nota más la vascularización por disminución de la oxigenación.
Pueden aparecer sabañones y también aumento de las manchas ocres, purpúreas y
pigmentarias.
Otra consecuencia de la parasitosis son las anemias, en
general severas y de difícil tratamiento, ya que se producen por agotamiento
medular. Cuando la pérdida de sangre es grande pero de poca duración, la médula
ósea se activa y resuelve el problema. Pero si la pérdida es pequeña pero
continua, como sucede en el organismo parasitado, se puede provocar un
agotamiento del mecanismo y su reactivación suele ser dificultosa. También puede
manifestarse leucocitosis (incremento de leucocitos en la sangre), con valores
elevados que generan diagnóstico erróneo de leucemia.
Aparato ginecológico
Suelen encontrarse trastornos menstruales de todo tipo, siendo
característico el agravamiento en el período premenstrual. Puede haber atrasos
en la menarca (primera menstruación), algomenorreas (menstruaciones dolorosas),
flujos crónicos (molestos y rebeldes a los tratamientos locales, pues la
parasitosis intestinal genera una especie de "apuntalamiento microbiano",
frigidez y
esterilidad relativa. En muchos casos, la flora vaginal está totalmente
alterada, al igual que su PH, debido a la contaminación parasitaria intestinal;
entonces, cuando los espermatozoides ingresan al medio vaginal, se encuentran
con un campo hostil que produce la muerte o atenuación de su capacidad de
reproducción. Son innumerables los casos donde, tras el tratamiento de la
parasitosis intestinal, se produce el embarazo. Muchas mujeres sufren
reiterados tratamientos e intervenciones por Bartholinitis (frecuente proceso
inflamatorio-infeccioso de glándulas vaginales que producen lubricación para
favorecer el acto sexual, lo cual genera además dolor y molestias), infructuosos
a causa de la contaminación con la flora patógena intestinal.
Sistema nervioso central
Se puede observar angustia, irritabilidad, insomnio,
inestabilidad emotiva, desgano, depresión con intento de suicidio (algo común y
recurrente en pacientes con parasitaciones de larga data). También es común la
pérdida de memoria y capacidad de concentración; esto se debe a la aceleración
del sistema nervioso central, por eso los olvidos y la dificultad para
concentrarse. Al desparasitar, la persona se calma, empieza a recordar mejor y
tiene un mejor rendimiento intelectual.
Son frecuentes los trastornos de conducta que pueden llegar a
ser graves (el típico "Jaimito"). Asimismo se suelen advertir convulsiones “tipo
epilépticas”; muchos niños, adolescentes y adultos son rotulados y tratados como
epilépticos (electroencefalogramas, fármacos), deambulando por distintos
consultorios sin resolver su problema, dado que no son epilépticos. Al tratar su
parasitosis, dejan de manifestar esta sintomatología.
Aparato urinario
En este campo podemos encontrar enuresis (chicos que se orinan
en la cama), prostatitis, cistitis a repetición, infecciones renales, poluciones
nocturnas, hematurias (sangre en la orina), úlceras o lesiones en el glande,
impotencia sexual e incontinencia urinaria.
Órganos de los sentidos
En este campo se suelen manifestar: alteración de la agudeza
visual (pudiendo llegar a visión bulto e incluso a la ceguera), vicios de
refracción, conjuntivitis, orzuelos a repetición, eccemas de oídos, otitis
crónicas (supurantes o no), disminución de la audición, etc.
TESTIMONIOS SIGNIFICATIVOS
Si bien el sitio web
www.fundacionrau.org.ar
brinda muchas historias clínicas y casos significativos, reproducimos aquí un
par de breves historias publicadas recientemente en medios masivos y que
seguramente identificarán a mucha gente. Una de ellas pertenece a María Isabel
Lang (54 años): “Me sentía hinchada, tenía pensamientos sombríos y pesadez en la
cabeza. Los médicos no encontraban la causa del problema. Cuando por fin me
recetaron pastillas desparasitantes, despedí algunos parásitos, pero el malestar
continuó. Luego hice un tratamiento con hierbas amargas y ahí la cantidad que
expulsé fue mayor. Despedía como semillitas, nidillos encapsulados y gran
cantidad de larvas. Me empecé a sentir mejor anímicamente, con pensamientos más
claros, a notar cambios en mi piel y en mi estado de salud en general”.
Otro testimonio interesante es el de Raquel Fernández (40
años), oriunda de Misiones. “Además de problemas de tiroides y
osteoporosis,
sentía las piernas hinchadas, altibajos anímicos, me brotaba por todo el
cuerpo,
estaba nerviosa y me sentía muy agotada. Finalmente realicé un
tratamiento desparasitario. Sentí un dolor muy fuerte en el abdomen,
hasta que empecé a
expulsar. Pensaba que estaba largando pedazos de carne, pero no, eran
parásitos
redondos ya muertos. Después sentí mucho alivio en el cerebro, ya no me
brotaba
y dejé de tener esa pesadez en las piernas que no me permitía estar
parada”.
Dr. Carlos Alberto Rau, presidente de la Fundación Parasitológica
Argentina (www.fundacionrau.org.ar) y autor del libro “El inverosímil mundo de
los parásitos”.
La cita de este sitio web tiene una función meramente informativa
acerca de la poco considerada cuestión parasitaria. Bajo ningún concepto
pretende calificar, recomendar o establecer grados de eficiencia. Es respetable
que cada terapeuta tenga sus propios criterios y técnicas. Esto es algo que el
interesado deberá evaluar por su propia cuenta y responsabilidad. Desde
aquí puede descargarse un archivo con nuestras
recomendaciones para un eficiente trabajo con los parásitos internos en el
contexto del Proceso Depurativo.
Extraído del libro "Cuerpo Saludable"
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