HIGADO I
El termómetro de la salud
Si todo anda bien, no tenemos motivo para darnos cuenta del
trabajo del hígado: la digestión se realiza sin problemas y el cuerpo funciona
normalmente. Por el contrario, los inconvenientes digestivos en general, suelen
advertirnos que algo anda mal en el sistema hepatobiliar. Sin embargo, y dado
que el hígado interviene en gran cantidad de funciones corporales, los síntomas
de su malfunción son muy variados y normalmente no se relacionan con su desorden
funcional.
Un hígado cansado y sobrecargado genera gran
variedad de síntomas físicos, como: dificultades para asimilar alimentos,
inapetencia, dolores de cabeza luego de comer, boca pastosa, lengua blancuzca o
amarillenta, sabor amargo en la boca, hinchazón de vientre, acumulación de
gases, nauseas, vértigo, piel amarillenta, cutis graso, granos, catarro,
estreñimiento, heces en forma de confites o poco consistentes y de color
amarillento, insomnio en las primeras horas de la noche y dificultades para
despertar por la mañana, picazón de piel, caspa, caída del cabello, migrañas,
cefaleas, dolor en la nuca, síndrome premenstrual (catabolismo hormonal), fatiga
muscular, edemas, calambres, mala circulación venosa, coloración verdosa del
rostro y los ojos, fobia a la luz, dificultad para permanecer al viento,
problemas de visión, afecciones oculares, precoz pérdida de la vista…
La relación hígado/visión, ampliamente conocida por la
antigua medicina oriental y totalmente ignorada por la ciencia occidental, es
fácil de verificar dado el estrecho vínculo entre ambos órganos y la
rápida respuesta que se genera. Una depuración hepática, incrementa
automáticamente la capacidad visual. Esto hemos podido experimentarlo
personalmente y a través de testimonios impactantes: una persona nos refería
haber tenido que desechar nuevos anteojos con mayor aumento, apenas
después de haber concluido una primera limpieza hepática profunda.
Dos líneas verticales en el entrecejo, nos indican un hígado
agotado. Cefaleas y
migrañas aparecen cuando este órgano se siente afectado y no llega a
desempeñar su función de empujar y distribuir la energía hacia la cabeza y las
extremidades; entonces la cabeza se congestiona y se calienta, al mismo
tiempo que las manos y los pies se enfrían.
Dado que el hígado es responsable de la formación de la
albúmina y las hormonas, su malfunción repercute directamente en los sistemas
inmunológico y hormonal. Una alergia está indicando claramente
que algo no marcha bien a nivel hepático. Es notable la rapidez con que
remiten las reacciones alérgicas, una vez que hemos depurado el hígado.
Ya nos referimos a la relación albúmina defectuosa-células
tumorales, por lo cual un cáncer
no es más que el reflejo de un hígado colapsado. Y pensar que una persona
con cáncer es sometida a potentes drogas que no hacen más que agravar el
colapso hepático. En general puede afirmarse que todas las
enfermedades crónicas y degenerativas reflejan el mal estado hepático o,
mejor dicho, resultan su consecuencia directa.
La medicina oriental clasifica a hígado y vesícula como
órganos pares, es decir que
se afectan mutuamente: si está mal uno, también está mal el otro y
viceversa. Los síntomas físicos del
desorden vesicular son: dolores de caderas, migrañas (localizadas sobre
todo en la sien derecha), boca amarga por la mañana, vómitos ácidos, tensiones
en el hombro derecho, dolores en las articulaciones (rodillas en particular),
cuello rígido, ansiedad e insomnio. El color de la piel suele ser pálido o
amarillento, tonalidad que también se evidencia en los ojos.
HÍGADO Y EMOCIONES
El estado emocional y la claridad mental de una
persona, dependen de la libre circulación de la energía y la sangre.
Precisamente es el hígado quien controla ambos factores, y por tanto la
estabilización del equilibrio emocional. Un hígado sano
proporciona juicio claro y
decisiones firmes; la acción que genera es rápida y consecuente. La
emoción positiva de un hígado sano es el idealismo.
El bloqueo de la energía del hígado, crea un estado
depresivo y de agobio. La tendencia psíquica negativa es la cólera,
que se produce como reacción a la depresión y es acompañada por crisis de
irritabilidad, mal humor, ira y violencia. Las crisis de cólera son
normalmente reprimidas hasta el momento en el cual se liberan, desembocando en
verdaderas erupciones volcánicas,
con deseos de gritar y pegar. Esta emoción se considera la más
dañina, pues condiciona todas las funciones del sistema energético, al
alternarse euforia con depresión.
Los desequilibrios biliares se asocian con rigidez
de pensamiento, cólera,
excesiva preocupación por los detalles, frustraciones y miedo
hacia lo desconocido. Decisiones y acciones quedan paralizadas.
Según la medicina tradicional china, el hígado es el “maestro
de la astucia y de la
acción”, así como la vesícula biliar lo es de la “fuerza de decisión”.
La salud de ambos órganos determina la capacidad de ser un líder; es el “eterno
ganador”. La capacidad de previsión, o sea de anticipar la realidad
interior y exterior, depende de la salud del sistema hígado/vesícula.
LOS CÁLCULOS BILIARES
Como hemos visto, todo tiene que ver con la correcta función
hepática. Nuestro laboratorio interno cumple gran cantidad de funciones y casi
todo lo que ocurre en el cuerpo tiene que ver con su estado. A raíz del
ensuciamiento alimentario y la consiguiente permeabilidad de la mucosa
intestinal, grandes cantidades de sustancias inconvenientes alcanzan el
hígado y generan un crónico colapso tóxico, que repercute en muchos
ámbitos y que generalmente no es tenido en cuenta a la hora de abordar un
problema concreto de salud.
Es el caso de los cálculos biliares, que se generan
dentro de la estructura hepática
(cálculos intra hepáticos). Pese a comprometer en grado sumo la eficiencia
del hígado y sobre todo el correcto flujo de bilis, es un tema que la medicina
alopática no atiende como debiera. Lo que aquí se propone, es sencillamente
un método de limpieza para eliminarlos del cuerpo; esto permite recuperar la
correcta funcionalidad del hígado y resolver graves desordenes crónicos.
Los cálculos intra hepáticos (como los que se aprecian en las fotografías) están
constituidos por colesterol, fragmentos de bilis coagulados, calcio y pigmentos,
como la bilirrubina. Además tienen desechos coloidales (moco), toxinas,
bacterias y parásitos muertos. Siendo el colesterol el principal
ingrediente, son poco perceptibles en la tecnología de diagnóstico por rayos o
ultrasonidos. A lo sumo, en muchos casos se diagnostica a la persona como
hígado graso (aparecen zonas blancas en los exámenes por ultrasonidos). Es
posible que una persona con este diagnóstico tenga cientos o miles de piedras
de distintos tamaños, alojadas en su hígado.
Imagen simplificada que muestra los cálculos alojados en los conductos
biliares del hígado, en la vesícula y en el conducto que transporta la bilis
hacia el intestino. Notar que dicho conducto descarga en el mismo lugar que el
páncreas (círculo). Por tanto su obstrucción, afecta el arribo de ambos fluidos
al intestino.
No debemos confundirnos con los cálculos vesiculares,
ya calcificados, que se detectan sencillamente con radiografías y que generan
reacciones dolorosas, las cuales concluyen con intervenciones que “mutilan” este
órgano importante de la función digestiva e intestinal. Los cálculos en la
vesícula deben ser considerados apenas la “punta del iceberg” respecto a
lo que se encuentra alojado en el hígado.
Las personas con enfermedades crónicas, seguramente
tienen centenares de cálculos
obstruyendo los conductos biliares intra hepáticos. La bilis es un fluido
amarillo verdoso y alcalino, esencial en la química corporal. Además de
colaborar en los procesos metabólicos de grasas, proteínas y minerales, la bilis
mantiene el orden de las grasas en sangre, elimina material tóxico del hígado,
alcaliniza los intestinos y evita la proliferación de microorganismos nocivos en
el colon, entre otras cosas.
Una persona saludable produce aproximadamente un litro
diario de bilis. En cambio, individuos con cálculos biliares y enfermedades
crónicas, llegan a producir apenas un tercio o menos de esa cantidad. Por
lo tanto serán personas con mala digestión del alimento (dispepsias), desorden
en los triglicéridos, acidificación intestinal, toxicidad hepática, desorden en
la flora del colon, etc.
Síntomas de presencia de cálculos biliares
• Acidez estomacal
• Adormecimiento o calambres en piernas
• Alzheimer, Parkinson, trastornos cerebrales
• Artritis y gota
• Asma
• Cabello graso o calvicie
• Carencia vitamínica
• Colesterol elevado
• Congestión linfática
• Debilidad
• Desorden hormonal
• Diabetes
• Dolores de espalda y hombros
• Escoliosis
• Evacuaciones claras
• Extremidades frías
• Gastritis
• Hemorroides y várices
• Hepatitis y cirrosis hepática
• Impotencia sexual
• Infecciones (cándidas, herpes)
• Inflamación vesicular
• Irritabilidad y cólera
• Mala digestión
• Manchas en piel (brazos, espalda, rostro)
• Mareos y desmayos
• Obesidad
• Ojos hinchados y/o amarillentos
• Osteoporosis
• Pancreatitis y tumores pancreáticos
• Pesadillas
• Piel amarillenta
• Problemas circulatorios y cardíacos
• Problemas de visión
• Problemas dentales o de encías
• Problemas intestinales
• Problemas renales y urinarios
• Rigidez articular y muscular
• Sabor amargo en boca
• Tono oscuro y “bolsas” bajo los ojos
• Ulceras y aftas bucales
• Adormecimiento o calambres en piernas
• Alzheimer, Parkinson, trastornos cerebrales
• Artritis y gota
• Asma
• Cabello graso o calvicie
• Carencia vitamínica
• Colesterol elevado
• Congestión linfática
• Debilidad
• Desorden hormonal
• Diabetes
• Dolores de espalda y hombros
• Escoliosis
• Evacuaciones claras
• Extremidades frías
• Gastritis
• Hemorroides y várices
• Hepatitis y cirrosis hepática
• Impotencia sexual
• Infecciones (cándidas, herpes)
• Inflamación vesicular
• Irritabilidad y cólera
• Mala digestión
• Manchas en piel (brazos, espalda, rostro)
• Mareos y desmayos
• Obesidad
• Ojos hinchados y/o amarillentos
• Osteoporosis
• Pancreatitis y tumores pancreáticos
• Pesadillas
• Piel amarillenta
• Problemas circulatorios y cardíacos
• Problemas de visión
• Problemas dentales o de encías
• Problemas intestinales
• Problemas renales y urinarios
• Rigidez articular y muscular
• Sabor amargo en boca
• Tono oscuro y “bolsas” bajo los ojos
• Ulceras y aftas bucales
Factores generadores de cálculos biliares
• Sobrealimentación
• Cenas copiosas
• Exceso de proteínas
• Ingesta de almidones sin procesar
• Consumo de lácteos
• Aceites industrializados y margarinas
• Alimentos refinados (sal, azúcar, harinas)
• Colesterol oxidado (leche y huevo en polvo)
• Productos bajos en grasa (lights)
• Alimentos con conservantes
• Adelgazamientos rápidos
• Deshidratación
• Empleo de anticonceptivos
• Terapia de sustitución hormonal
• Fluorado del agua
• Uso de fármacos
• Alteración de los ciclos naturales (día/noche)
• Exceso de televisión
• Estrés emocional (causa/consecuencia)
• Cenas copiosas
• Exceso de proteínas
• Ingesta de almidones sin procesar
• Consumo de lácteos
• Aceites industrializados y margarinas
• Alimentos refinados (sal, azúcar, harinas)
• Colesterol oxidado (leche y huevo en polvo)
• Productos bajos en grasa (lights)
• Alimentos con conservantes
• Adelgazamientos rápidos
• Deshidratación
• Empleo de anticonceptivos
• Terapia de sustitución hormonal
• Fluorado del agua
• Uso de fármacos
• Alteración de los ciclos naturales (día/noche)
• Exceso de televisión
• Estrés emocional (causa/consecuencia)
Extraído del libro "Cuerpo Saludable" De Nestor Palmetti.
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